La industria química produce anualmente más de 20 millones de toneladas de tensioactivos, la mayoría son sintéticos y derivados de combustibles fósiles o aceite de palma, lo que contribuye al uso recursos no renovables.
Dispersa, una startup canadiense, convierte desechos alimenticios en biosurfactantes. Ha desarrollado un proceso patentado con biosurfactantes microbianos, llamado BioEterna™, una tecnología prometedora que es biodegradable, no tóxica, eficaz y sostenible.
Para su producción los microbios deben ser alimentados con diversos materiales como aceites y azúcares, lo que actualmente se hace con desechos alimentarios como materia prima.
Estas sustancias se pueden utilizar para diversos fines, como limpiar y desengrasar superficies, descomponer derrames de petróleo, tratar aguas residuales, mejorar el rendimiento de fertilizantes y pesticidas y proporcionar productos de cuidado personal.
Dispersa actualmente se enfoca en esta última con PuraSurf™, respondiendo a una creciente conciencia ambiental y a la necesidad de ingredientes seguros en los productos de limpieza y cuidado personal de consumo diario.